Siempre he pensado que cuando haces una crítica hay que intentar ser lo más
imparcial posible pero a mí me resulta imposible hacerlo cuando hablamos de
Michael Bay. No hay un una sola película de Michael Bay que me parezca
mínimamente decente, me quedo con La Isla en cuanto a idea pero su ejecución
es, al igual que el resto de las películas de Bay, bochornosa. Por todo etso, como os
podéis imaginar, no podía ir con el mejor de los ánimos a ver la cuarta entrega
de esta saga. Me animé porque decían que era la mejor de la saga, que era más
adulta, más oscura, etc. Pero qué gran error he cometido.
Años después de los
acontecimientos sucedidos en Chicago, la humanidad aún continúa reparando los
destrozos. Autobots y Decepticons han desaparecido de la faz de la Tierra,
pero, ahora el Gobierno de los Estados Unidos está utilizando la tecnología
rescatada en el asedio de Chicago para desarrollar sus propios Transformers.
Mientras tanto Cade Yeager (Mark Wahlberg), un mécánico e inventor, encuentra
un destartalado trailer. Al intentar repararlo descubre que el camión no solo
es un Transformer, sino que también es el mismísimo Optimus Prime, líder de los
Autobots.
Voy a ir al grano y sin cortarme
un pelo: creo que esta película es una auténtica tomadura de pelo de principio
a fin en la que unos robots se zurran con otros robots y, por el medio, hay
humanos a los que les pasan cosas. La verdad es que estos calificativos serían
aplicables a cualquiera de las entregas de la que saga pero es que,
supuestamente, esta entrega iba a ser distinta.
En primer lugar, nos presentaron
esta cuarta parte como un reboot de la trilogía original. En realidad, lo único
que han hecho es cambiar los personajes humanos porque todo sigue siendo
exactamente igual. También nos vendieron la moto de que iba a ser más oscura y
más adulta. Oscura será si la ves con los ojos cerrados, porque, lo que soy yo,
esa tan cacareada oscuridad no la encontré por ninguna parte. Y lo de adulta,
pues para nada, una película en la que robots y dinosaurios recorren el planeta dándose para el pelo
no puede ser adulta nunca.
En el lado positivo sólo puedo
reseñar un aspecto: que Michael Bay es fiel a sí mismo. A mí el cine de este
señor me parece un horror pero lo que si que hay que reconocerle es que en todas sus películas se aprecia algo que podríamos denominar el sello Bay. Evidentemente, Transformers: la Era de la Extinción no va
a ser menos, por lo que encontraremos planos contrapicados por doquier,
atardeceres que surgen de la nada en los momentos más sensibleros, peleas en
autopistas y, sobre todo, golpes, golpes y más golpes.
Personalmente, no recomendaría nunca esta película pero las cifras de
taquilla hablan por sí solas y ponen de relieve que esta saga tiene muchos
fans. Los fans la disfrutarán enormemente porque en ella van a encontrar todo
lo que les ha encandilado en entregas anteriores. Los demás, mejor que elijáis
otra cosa.
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