Hoy en Androidealmando, Movistar te obliga a cambiar de tarifa. En Plus, Un nuevo arca de Noé es necesario En cine, Corazones de acero, tópica y previsible. Visita las secciones y contribuye a que sigamos aumentando la familia. Nos puedes seguir en Facebook, Twitter o G+
Aunque hace más de 70 años del inicio de la Segunda Guerra Mundial,
es innegable el tirón que esta época histórica sigue teniendo para los
productores cinematográficos. De este modo, en 2014 se han estrenado un buen
número de películas cuya trama se desarrolla en esos años y para muestra, la
última película de Brad Pitt, Corazones de acero.
Abril de 1945. El fin de la guerra se acerca pero los alemanes no se van a
dejar ganar fácilmente. Lo saben bien el sargento Dan Collier (Brad
Pitt) y sus hombres, quienes seguirán peleando hasta el fin a bordo de
un tanque llamado Fury.
Voy a empezar la crítica por el principio de todo y lo primero que hay que
criticar es el título. Nunca entenderé esa maldita manía de cambiarle el título
a las películas. Fury significa Furia o ira y el nombre de la película está muy
bien elegido por varios motivos además de por ser el nombre del tanque en el
que combaten los protagonistas. Personalmente, el título español me parece de
lo más ridículo e innecesario pero es ya tan habitual que se hagan estas cosas
que ni me extraña.
Criticado el título, vamos a criticar lo demás, que hay bastante que
comentar. Dirige David Ayer, un director al que apenas conocía pero del que
tenía buenas referencias. Lamentablemente, yo no os las voy a dar tan buenas.
Tengo que reconocer que sólo he visto otra de sus películas, la prescindible Sabotage y me cuesta mucho creer que sus trabajos anteriores sean mucho más
decentes cuando en ambas películas veo fallos muy similares. Por ejemplo, los
ridículos diálogos entre machitos cargados de testosterona. Ese tipo de diálogo
me funciona en una producción tipo Los Mercenarios pero en una cinta que
pretende ser tan seria como Corazones de acero, acaban dándome vergüenza ajena.
Estos diálogos tan absurdos no son más que uno más de los fallos que tiene
un guión que acaba resultando previsible, que por momentos tiene poca garra y
que, globalmente, resulta excesivamente alargado. Y la cuestión es que, al
principio, la película pintaba bastante bien, retratando la crudeza de la
guerra a base de una buena fotografía y una factura sobria y muy acorde al tema
tratado pero, a medida que nos vamos acercando al desenlace, los aciertos del
principio se van diluyendo para acabar cayendo en un montón de tópicos propios del
cine más heroico.
Y entre los tópicos, destaca el planteamiento y desarrollo de los
personajes principales. Brad Pitt es el hombre duro y
experimentado forjado en mil batallas, al que sus subordinados admiran y siguen
hasta el final. Logan Lerman es Norman, un recién llegado que no parece tener
hueco en el escuadrón de machotes y que acabará estableciendo con el personaje de
Brad
Pitt la típica relación paterno-filial, demostrando, al final, que tiene lo que hay que tener para estar dentro del Fury. En lo que se
refiere al resto del escuadrón, tenemos a Michael Peña, quien da el ineludible
toque étnico, Jon Bernthal, en el papel del toca-pelotas del grupo y Shia
LaBeouf, quien es la sorpresa positiva
de la cinta y cuyo personaje es el más difícil de catalogar porque ser el más
realista y consecuente. Y es que, precisamente, realismo es lo que le falta a
estos personajes porque están demasiado encasillados en su papel y cuando
evolucionan, lo hacen tan de repente (como le sucede al personaje de Logan
Lerman) que no resulta creíble.
Los personajes son tópicos pero el clímax de la película, también lo es y
esa acaba siendo la puntilla que termina por cargarse todo lo bueno que tenía Fury.
Era evidente que en una cinta bélica de estas características tenía que haber
el típico gran momento heroico pero la manera de resolverlo es tan poco
innovadora y, sobre todo, tan previsible, que la resolución de la historia
acaba provocando hastío.
Fury empieza bien
pero se deja llevar por todos los clichés habituales del cine bélico más
heroico y se acaba hundiendo irremediablemente en el momento en el que llegan
los momentos más intensos. A nivel técnico es bastante destacable, pero la
debilidad del guión y los personajes tan estereotipados le impiden ofrecer algo
estimable.
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